domingo, 6 de enero de 2013

11. DUDAS.


Como cualquier chico de mi edad a punto de hacer la Selectividad, debería estar preparándome para sacar la mejor nota, pero aquí estoy, rezagado sobre mi cama con el portátil encima hablando por Skype con Víctor. Realmente, la Selectividad no me parece tan complicada como dicen. Intentan asustarnos para que estudiemos más, pero simplemente es otro examen. Sí, que decide tu futuro académico y de lo que vivirás, pero esa es razón para los extremistas, no para mí. Donde tengo que preocuparme es en la Universidad, allí las cosas sí que son duras, es de lo único que tengo miedo. Mi madre me reprende mucho sobre lo de que debo estudiar más, pero ella no sabe que yo llevo estudiando desde que empecé el curso, como siempre nos han dicho pero nadie hace. Por una vez en mi vida he hecho caso de lo que dice el profesorado. La gente se lo deja para el último momento, pero yo ya lo tengo todo preparado y podría hacer el examen ahora mismo.
– Los caracoles tienen el mismo derecho que los humanos a comer flores. – Dice Víctor completamente convencido de sus palabras.
– Ya, pero entonces los caracoles se sentirían como los humanos y comenzarían a dominarnos hasta hacernos reptar en vez de andar. – Le explico.
– Interesante punto de vista. – Cede Víctor después de una larga conversación sobre el tema. – De acuerdo, tú ganas, pero me debes una caja de Oreo. – Me amenaza con el ceño fruncido.
Levanto el pulgar de la mano derecha en señal de aprobación. Mis conversaciones con Víctor son realmente interesantes y repletas de interés cultural. Solemos tratar sobre el mundo animal, las plantas y todos los temas relacionados con la naturaleza. Somos realmente cultos, y nos interesamos por todos los casos posibles, haciendo que cada factor se sienta querido. Resumiendo: Nos aburrimos y hablamos de cosas sin sentido que no vienen a cuento. Las improvisaciones crean situaciones inolvidables, está científicamente probado. Por nosotros.
Después de mi extraña siesta, y de ver con mis propios ojos cómo mi hermano salía a dar una vuelta y mi madre volvía al trabajo, cual buen estudiante interesado, he hecho todos los deberes, y he tomado la decisión de darme un rato de descanso. Ha pasado una hora desde que estoy hablando con Víctor. Comenzamos comentando lo que había pasado hoy en un clase de tercero. Al parecer un alumno hormonado le ha pedido tema en medio de la clase a la profesora de biología. Lo cómico es que estaban dando una clase sobre los aparatos reproductores. Hay que admitir que Bea, la profesora, está bastante aceptable. Es una chica joven de unos 25 años, de pelo largo y dorado y ojos marrones inquietamente grandes. Es nueva este año, y Víctor siempre dice que se va a casar con ella, a continuación es cuando salta Rebeca y dice que ella también se casaría con ella. Lo que hizo la profesora fue hacerle salir a la pizarra y escribir 'No volveré a ser un mocoso salido que se insinúa descaradamente a la profesora', con letra pequeña hasta llenar la pizarra. La hermana de Lorena va a su clase, y consiguió hacerle una foto. Llevaba media pizarra escrita cuando se puso a llorar. En cuanto fuimos conocedores de aquella historia, no dudamos en darle nuestra enhorabuena al chico, David, al cual le felicitamos por tener la valentía de hacer aquello. Eso bien, el parte y la llamada a casa se los llevó.
– Pobre chico, todavía me da pena. – Vuelve a comentar Víctor. – Pero es que por otro lado, se lo ha buscado él solito, y por otro lado, es que me desorino.
– Se ha convertido en mi ídolo. ¿Durante cuánto tiempo le habían expulsado?
– La hermana de Lorena ha dicho que un mes, pero siendo su hermana, no podemos fiarnos. – Ríe su propia gracia y nos quedamos en completo silencio contemplando las musarañas.
Me alegro de tener un amigo como Víctor, me siento realmente cómodo con él, y me siento seguro al poder etiquetarle de mejor amigo, porque sé que lo es y que jamás me abandonará. Aún conociendo mi patética historia, me ha estado apoyando, a su manera, hasta ahora. Siéndome sincero respecto a su opinión, y yo aceptándola. Como cualquier persona totalmente cuerda, opina que lo que hago es una burrada y una completa gilipollez que solamente me va a acarrear problemas. Y tiene razón, pero es un reto, prometí que lo haría y lo prometido es deuda. Yo soy muy leal a mis decisiones, y si digo algo que voy a hacer, juro que lo hago.
– Oye, tío, ¿puedo preguntarte una cosa? – Me propone en un tono inusual en él, como dudoso.
– Claro, dispara.
Miro a la pantalla y veo cómo se pasa la mano por la nuca, rehuyendo mi mirada. Dirige la suya a cada punto menos a la cámara, y eso me inquieta. ¿Qué es eso que tiene que preguntarme que le pone tan nervioso? No suelo verle en ese estado, ¿se habrá metido en algún problema? ¿Deberá dinero a alguien? ¿Se tendrá que pelear con alguien? Normalmente, con su completa sinceridad se suele buscar muchos problemas, y ha sido amenazado y apaleado varias veces, pero él continúa con su honestidad. Es admirable.
– Creo... creo que deberías acabar con esto. – Confiesa tras un pesado y largo minuto de silencio. – No va a acabar bien.
– ¿Qué quieres decir? – Pregunto extrañado. No entiendo a qué se refiere, como no vaya al grano voy a explotar. – ¡Vamos, Víc! Suéltalo de una vez y no te andes por las ramas.
– Creo que estás cambiando, y mucho. – Me suelta de sopetón, al grano, como yo quería, pero aún así me ha dolido.
¿Que estoy cambiando? Hace un tiempo que llegué a la conclusión de que no soy nada, ni nadie, no tengo personalidad, que soy un alma en pena vagando por tierra. No me supone ninguna novedad, pero hasta ahora nadie me lo había mencionado, y menos él. Quizás lo lleva pensando mucho tiempo y ha sido una de las pocas cosas que se ha callado, para no hacerme daño, pero ha visto que no ha podido aguantar. En su rostro observo miedo y preocupación. Siente miedo por mí y por lo que me pueda ocurrir, está sufriendo por todo aquello que sea capaz de pasarme.
– Sabes que no soy como me comporto – le explico con voz calmada y serena intentando mantener un ambiente tranquilo – , sabes que no soy ese egocéntrico que solo busca una cosa. Sabes que soy el chico que habla sobre temas rarísimos con su mejor amigo hasta romper en carcajadas. Tú lo sabes mejor que nadie.
– Yo ya no sé nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario