domingo, 6 de enero de 2013

14. PROBLEMAS.


Víctor y yo nos quedamos helados al escuchar la historia completa. Jamás lo habría imaginado, mi hermano no es así, aparenta serlo, pero no lo es. O al menos eso creía. ¿He estado conviviendo durante 17 años con una persona a la que realmente no conozco? No sé si sentirme decepcionado, o apoyarle como un buen hermano lo haría, pero es que lo que me pide, es algo muy complejo para un crío como yo. Nunca he vivido un caso como este tan cercano.
Su historia contiene un trágico comienzo, de un chico sumido en la infelicidad, el cual no veía más allá de las cuatro paredes de su habitación. Había dejado los estudios para dedicarse a la música, su vocación, pero no fue un buen plan. Sus amigos le abandonaron, puesto que ellos sí optaron por los estudios, tomó una mala decisión, pero no supo volver atrás y retomar todo aquello que dejó a medias. Prefirió amargarse y caer, sucumbió, por debilidad. ¿Por qué nunca percibí ningún tipo de cambio en su actitud? Se ve que se ocultaba tras la ira.
Pasaron meses, hasta que un nuevo año dio comienzo. Fue justamente en la fiesta de Nochevieja donde conoció a un tipo. El susodicho le prometía que con él todo iría genial, sin preocupaciones, solamente debía aceptar lo que le ofrecía. Mi hermano, ingenuo e impresionado por las palabras del desconocido, no dudó en aceptar las pastillas que cuidadosamente guardaba en la palma de su mano. Ese fue el comienzo de una larga historia de sucesos que estoy seguro que no desea recordar.
En resumen, mi hermano es un drogadicto, hasta llegar al punto de haber gastado todo su dinero en droga. Mintió a mi madre diciéndole que quería trabajar para mantenerse ocupado. Trabaja de cajero para poder pagarle cada mes a ese tipo por su felicidad envasada. Todas aquellas veces que ha llegado a casa sin un sueldo entre las manos, ponía la misma excusa: 'La cosa está muy mal, este mes tampoco cobro'. Mi madre, inocente, creyó las mentiras que escupían los labios poseídos de mi hermano, el cual estaba completamente descontrolado.
Llegó un momento, en el que sus mentiras se convirtieron en verdades, y es ahí cuando llegamos a la actualidad. Ya no le cobran, puesto que no hay dinero, y ahora mi hermano le debe miles de euros a un camello, por lo que para salir de esa deuda, ha robado el coche y las llaves de Carlos, para hacer una especie de trueque.
Me siento muy decepcionado. Mi hermano siempre me ha inculcado que el alcohol, el tabaco y las drogas son malas para nuestro metabolismo. Cierto es que siempre notaba un ápice de sarcasmo, pero hasta ahora lo he pasado por alto. Todavía me parecen falsas sus palabras, e incluso sus lágrimas me parecen fingidas, pero es que no me cabe en la cabeza que mi hermano tenga ese problema tan grave, hasta llegar al punto de no poder controlarse, y hacer cosas que no desearía hacer. Todas esas tardes en las que desaparecía misteriosamente, no quedaba solo con los amigos, para pasar el rato. Se encargaba de visitar a aquel tipo que le hizo destrozar su vida.
– Por favor, no se lo digas a mamá. – Me suplica por décima vez, todavía con los ojos llenos de lágrimas. – Me matará.
– Hugo, tienes que decírselo. – Le vuelvo a soltar el mismo discurso de antes. No puedo ocultarle a mi madre algo tan grave, sería un contribuyente al crimen, abstractamente. – Tienes un problema, el cual debes solucionar, y no hay otra manera que la de que te vea un profesional. No me mires así, debes entrar en tratamiento, porque esto puede ir a peor. Mírate, te estás gastando el dinero de tu familia en pasar un 'buen rato'. ¿Qué le vas a decir a Carlos de su coche? ¿Que vino el lobo y se lo llevó? Asúmelo, debes ponerle un par de huevos y afrontar tus problemas. No puedes seguir así.
Mi hermano me mira, pensativo, haciéndome sentir el hermano mayor. Realmente está procesando mi discurso, pensé que nunca haría caso de algo que yo dijera, pero me está demostrando lo contrario. Quiero que se mentalice de que tiene un problema, y que necesita todo nuestro apoyo y nuestra ayuda, por que yo, por lo menos, no pienso dejarle tirado por un problema psicológico. Por muchas cosas malas que me haya hecho mi hermano, sigue siendo mi hermano, y sin poder evitarlo, le quiero.
– Tienes... razón. – Confiesa tras un largo silencio. – Necesito ayuda.
Víctor y yo le ayudamos a ponerse en pie. Le regalamos unas palabras que le inspiren tranquilidad para que pueda relajarse de una vez por todas. Cuando menos me lo espero, me encuentro encerrado entre sus fuertes brazos, dándome las gracias. Esta es una imagen de mi hermano que no reside en ninguno de mis recuerdos. Algo bueno debía tener toda esta situación. Nos dice que se irá a casa de Manu mientras tanto, que pasará a por nosotros al instituto, y que cuando lleguemos a casa, se lo explicará todo a mamá.
Como todavía estoy en pijama, y si vuelvo a casa me va a caer una lluvia de preguntas, le pido a Víctor que me preste algo de ropa, y una mochila para aparentar. Subimos rápido, ya que vamos a llegar tarde al instituto y me lanza desde el armario unos vaqueros oscuros y una camiseta blanca lisa de manga corta ligeramente ancha. Afortunadamente usamos el mismo número de pie, por lo que no tengo que ir en zapatillas hasta allí.
– ¡Vamos! Quedan dos minutos para que toque el timbre. – Me insiste Víctor mientras me ato los cordones de la zapatilla derecha.
– ¡Ya está! – Le digo a la vez que me da una mochila de Nike azul con varios libros que ha echado al azar.
Tengo miedo. Miedo de mi hermano. Miedo de lo que le espere.

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